Entre 1989 y 1991 toda España tenía esperanzas en que el veterano Perico Delgado ganase su segundo Tour, mientras un joven Miguel Indurain poco a poco iba mejorando sus actuaciones hasta que llegó 1991. Ese año ambos empezaron siendo colíderes de su equipo, el Reynolds pero finalmente Miguel Indurain consiguió su primer Tour de Francia y Perico acabó 9º.
Durante esos años la mayoría se resistía en creer en las posibilidades de ese joven aspirante con un nulo tirón popular, introvertido, y que creció en un segundo plano a la sombra de Perico Delgado. Indurain tuvo que ganar su primer Tour y pasar al primer plano y convertirse en el mejor ciclista español de todos los tiempos.
Fernando Alonso no es Perico Delgado, y Carlos Sainz jr no es Miguel Indurain, pero yo estoy viviendo una sensación parecida a la que viví como niño entre 1989 y 1991, cuando el anhelo por rememorar las celebraciones por los mundiales ganados por Fernando Alonso, puede más que la frialdad de la superioridad de los resultados de Carlos Sainz.