En un mundo en el que reina la mentira, la pose, lo artificial, lo increíblemente y absurdamente perfecto, sin ningún defecto… lo honesto, auténtico, lo verdadero, aunque no sea perfecto, para mí, vale más.
Las historias de éxito, en las que no hay barro, no hay tropiezos, no hay errores inconfesables, traiciones, en un mundo donde la información está al alcance de la mano, ya no son creíbles.