Ayer el Hércules no fue capaz de ganar en su estadio a un equipo de barrio de Madrid, y volvió a caer eliminado en un playoff de ascenso por enésima vez. La próxima temporada volverá a jugar en la 2ª RFEF; no quiero decirla por lo manoseada que está la expresión, pero no se me ocurre una frase que la describa mejor: “la 4ª categoría del fútbol español”.
Hoy a la afición le toca digerirlo entre rumores de todo tipo, a corto y a largo: vueltas de caras conocidas, nuevas y hasta una nueva ciudad deportiva alguno se ha atrevido a decir, en pleno fragor de correveidiles.
Y como no, ya se está planificando una reedición de la manifestación del año pasado. Hoy también es el día de llenar el depósito del lanzallamas a tope y darle.
Al final del día, queda una afición desolada que no entiende por qué siempre le toca perder cada vez que se juega un playoff, que la balanza de ascensos/descensos hace décadas que está desequilibrada a favor de los segundos, y que el club ni siquiera es capaz de ofrecerle un raquítico ascenso a la 1ª RFEF, la anterior 2ª B, o la tercera división de antaño.